México DF, 19 oct 09 (CIMAC).- "El golpe en el
pecho y el humo del gas lacrimógeno que me
lanzaron policías me dejó agonizando, no podía
hablar ni respirar, un reportero extranjero me
sacó a rastras, eso me salvó la vida", dijo Leyli
Verónica Salgado, una enfermera que participa en
las manifestaciones pacíficas del pueblo
hondureño, para reclamar la restitución en el
gobierno del Presidente Manuel Zelaya Rosales.
La bomba lacrimógena que le fue lanzada
premeditadamente por policías le quemó la parte
de su seno izquierdo, el dolor la acompaña todos
los días, pero sus ansias de libertad como mujer
y como pueblo le dan aliento para continuar la ruta hacia la emancipación.
"Nosotros íbamos caminando frente a la Embajada
de los Estados Unidos, tranquilos, pasivos, ni
siquiera hablábamos, cuando sentí aquel bombazo
en el pecho, ¡pum! y sentí dolor, lo hicieron a
propósito porque ni siquiera nos avisaron, cuando
acordaron, a quemarropa nos empezaron a tirar las
bombas, en medio del humo, yo agonicé, ya no
podía hablar, ya no podía respirar", dijo Salgado
ante el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh).
La represión enfocada desde los cuerpos de
seguridad del Estado, desde que el 28 de junio se
rompiera el orden constitucional en el país, al
derrocar por la fuerza de las armas al presidente
Zelaya Rosales, es una respuesta a la
incorporación militante de las mujeres de todas las edades en las calles.
Jenny Alicia Martínez Medina, una mujer de 23
años, se sumó a la gran lista que mantiene el
Cofadeh sobre las agresiones de policías y
militares contra las mujeres. A ella le lanzaron
una bomba lacrimógena en su rostro, ésta le quemó
su mejílla izquierda, parte de su ojo, el oído y la
espalda, el pasado 9 de octubre cuando militares
y policías reprimieron una manifestación pacífica
cerca de un centro asistencial, de donde se
alejaron los uniformados, lanzando gases por
todos lados a pesar de que en ese lugar hay enfermos hospitalizados.
"A los pocos segundos perdí el conocimiento y
convulsioné, pero ni eso fue tomado en cuenta en
el Hospital Escuela, donde me llevó mi madre, al
verme quemada, no quisieron atenderme y me
despacharon para la casa, porque argumentaron que
habían pocos médicos y muchos pacientes".
Una enfermera de quien por razones obvias no
decimos su nombre dijo que ella llevó a Jenny a
la emergencia y se la dejó a los médicos, pero
allí le negaron el derecho a la salud contemplado
en Tratados y Convenios internacionales de
derechos humanos y en la propia Constitución de la República Hondureña.
Nydia Michelle Godoy Celada, una mujer que se
colocó la bandera nacional en su espalda para
evitar ser detenida por la policía el 22 de
septiembre, fue golpeada en forma brutal por dos
mujeres policías que la detuvieron cuando ésta
buscaba una pulpería para comprar alimento para
sus hijos, en horas de la noche.
El golpe en su frente le dejó una herida profunda
por lo cual fue llevada al hospital del Seguro
Social donde le hicieron más de una docena de
puntadas. Los toletazos en sus brazos y piernas
fueron los indicios del uso excesivo de la fuerza
y de la impunidad de las acciones policiales.
"Pasé frente a la posta de la policía, ellos me
vieron pasar y que llegué hasta la pulpería, la
cual estaba cerrada y me devolví. De repente una
patrulla motorizada me tapó el paso y las otras
dos motorizadas se ubicaron atrás mío y me
jalaron la bandera para quitármela, a mi hijo lo
golpearon en la espalda, le dije que se fuera
para la casa, el salió corriendo y le hicieron
disparos hasta cerca de mi casa", dijo Nidia,
quien todavía conserva en su mente las imágenes
de las mujeres uniformadas que se ensañaron en su cuerpo.
Vilma Villanueva, una mujer de 25 años, que
participó en una manifestación en Choloma,
Cortés, la cual fue desalojada violentamente por
la policía, fue subida a una patrulla policial,
la dejaron sola en la misma para después violarla
sexualmente, sus agresores fueron cuatro
policías, que después de abusarle le introdujeron
un tolete en sus partes íntimas.
Alba Ochoa, una agrónoma que con valentía
defendió a un transeúnte que estaba siendo
cruelmente golpeado por la policía en el centro
de la capital después de un desalojo violento de
una manifestación pacífica el 12 de agosto
pasado, fue golpeada a punta de toletes en su rostro, piernas y brazos.
La llevaron a un centro de detención ilegal,
donde la torturaron sicológicamente junto a 26
personas más. Todos fueron acusados de sedición y
daños, en la actualidad enfrentan estos cargos,
los cuales no pueden desvanecer a pesar de ser
falsos, porque hay colusión en el sistema de
justicia hondureño, producto del golpe de Estado.
"Me arrastraron por varias veces y me dieron
toletazos en todo el cuerpo", su brazo izquierdo
le fue quebrado a fuerza de golpes y una orden de
muerte puso su vida en vilo. Un policía le dijo a
otro llévala a la quebrada y allí mátala", relató
María Inés Morales, quien fue golpeada por
policías que ejecutaron un desalojo violento en
las inmediaciones de Comayagua, cuando centenares
de personas se manifestaban contra el golpe de Estado.
"Dos mujeres policías me quebraron un diente, un
toletazo me rompió el labio y me dieron en todo
el cuerpo con mucha saña, me dijeron perra,
mientras una de ellas enterraba sus uñas en mi
cuello, para llevarme después detenida", fue el
relato que Agustina Flores López brindó desde una
celda a defensoresenlinea.com, la noche el 23 de septiembre.
Aunque la jueza a cargo del caso miró un video
presentado por la defensa, donde las mujeres
policías arremeten a golpes contra ella, no tomó
en cuenta la acción y más bien avaló la misma al
manifestar ante las policías que era uso
proporcional de la fuerza porque la afectada no se dejaba capturar.
Los anteriores sólo son una muestra de la
represión que se ejerce contra las mujeres por su
condición de género, a todas, los agentes les
gritaban palabras soeces y les decían que se
fueran a sus casas que allí es donde les toca estar.
El Estado hondureño ha signado diversos Convenios
internacionales que promueven la erradicación de
la violencia contra las mujeres, entre ellos la
Convención contra todas las formas de
discriminación hacia las mujeres, así como la Ley
contra la Violencia, pero estos instrumentos son
papel mojado y las mujeres están en completa indefensión.